NO DEJES QUE ACABEN CON ELLA
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lunes, 11 de mayo de 2009

LIBROS BISCERALES FELICES COMO ASESINOS


LA BIBLIOTECA INSANA
FELICES COMO ASESINOS



El 26 ele febrero ele 1994, tras una errática investigación. la poIicla descubre enterrados en el jardin de Fred y Rosemary West los restos de su hija Heather. El matrimonio ya habla sido denunciado hacía unos cuantos años por una jovencita que habla trabajado como canguro en su casa, y que fue secuestrada, torturada y sometida a todo tipo de ultrajes, pero el procedimiento se había resuelto con una multa a los West y poco más. Pero ahora, en el atroz rompecabezas compuesto por los huesos de Heather, hay un tercer fémur que no le pertenece. las excavaciones continuarán, y en los días siguientes, los restos de otras ocho mujeres son encontrados en el jardin y en el interior de la casa de los West, que los periódicos bautizarán como "La casa de los horrores". 
Gordon Sum ha escrito un libro arriesgado, obsesionante, que nos obliga a indagar en el enigma del mal, un libro con una estructura que de alguna manera refleja esa casa laberíntica, ese impenetrable castillo sadiano donde el padre, un amante del bricolaje que solía trabajar como albañil y encargado de mantenimiento de diversas propiedades, iba agregando habitaciones, empalizadas, puertas que deseaba infranqueables y que no permitían ver desde el exterior ninguna de las actividades de sus moradores. Burn reconstruye las vidas de los West desde la infancia, los sitúa en el tejido social, los va siguiendo en sus mudanzas, en sus relaciones, en la progresiva cristalización de un universo de pesadilla lleno de rituales obscenos, en la constitución de esa esperpéntica familia que vivió durante años rodeada de vecinos en una pequeña Ciudad de Inglaterra. sin que nadie viera nada, oyera nada, dijera nada 
Bum, como Dennis Cooper, otro maestro de la mutilación lileraria, desmembra el cuerpo de su propio texto. Renuncia al orden cronológico y fractura la narración, atrapando al lector en la abrumadora certeza de la fragmentación de los cuerpos. Nos transmite, con una técnica impresionista, la atmósfera y los personajes de la casa de los West, nos presenta una imagen exacta de esa humanidad malherida que constituye el lumpenproletariado contemporáneo. 
Un libro extraño, poderoso, que explora las grietas de un mundo que hace de la elección individual un imperativo moral, pero al mismo tiempo desmonta el antiguo tejido social con sus sistemas de vigilancia, control y moderación. Felices como asesinos genera su propia y desconcertante poética.
Todos sabíamos que si era posible escribir sobre este caso algo que no fuera el habitual best-seIler sensacionalista. lo haría Gordon Burn. Su triunfo se sustenta en dos pilares, una mirada penetrante de novelista sobre detalles aparentemente insignificantes, y la intrepidez del investigador que se sumerge en un mundo fétido del que debe dar cuenta ... El lector siente que debe abrir una ventana, salir a pasear, escuchar música. Pero cada linea, cada atroz detalle, está justificado. Al fin y al cabo, Dostoievski no se sentía obligado a censurar sus narraciones para evitar que el lector vomitara. la lileralura debe hacemos pensar y sentir, y no darnos pasteles para el desayuno 



Gordon Burn nació en Newcastle en 1948. Ha escrito en The Sunday Times Magazine y en The Face y en 1991 recibió el premio al mejor columnista del año por su columna en Esquire. Ha publicado las novelas Alma Cogan, galardonada con el premio Whitbread a la mejor primera novela, y Fullalove, y dos obras de no ficción, Somebody's Husband, Somebody's Son Y Pocket Money.